viernes, 26 de noviembre de 2010

LA FINITUD HUMANA

Pensar la finitud significa en principio pensar la vida humana desde su límite, pero a la vez, éste se manifiesta como la única posibilidad de ser. La finitud es la condición de posibilidad que define la existencia del ser humano, ya que en el límite busca aquello que lo trasciende. La ciencia, el arte, la religión, la cultura son las formas de respuestas creadoras de un ser que, reconociendo su finitud, la trasciende. Dice Gevaert:
 El hombre quiere vivir y por eso se pone a trabajar para retrasar lo inevitable, el tiempo no es sólo amenaza sino también distancia y retraso de la muerte. En contra de la inseguridad fundamental de la existencia, permanentemente expuesta la muerte, el hombre ha creado los elementos y las estructuras de una inmensa civilización.
Sin lugar a dudas, la expresión mas radical de la finitud humana es la muerte, porque nos damos cuenta de que no somos dueños del tiempo y que no todas las posibilidades son realizables. En su obra “Ser y tiempo”, Heidegger afirma que ser hombre es ser un ser-para-la-muerte. Esto quiere decir que desde el comienzo la vida esta signada por la muerte. No es algo que sobreviene de afuera sino que pertenece a la raíz misma de la existencia. La muerte entendida como fin no significa principalmente final, como el término de un camino o el final de algo. Fin , más bien como aquello que realiza y cumple. A tal punto que la vida humana entendida como proyecto  no tendría tal sentido sin la muerte. Esto no significa desconocer la angustia ante la muerte ni el dolor por la muerte de quienes amamos, pero sí significa atreverse a pensarla como acontecimiento propio de la existencia humana.
En su vida cotidiana, el hombre no la ignora pero prefiere olvidarla, ocultarla. Dice Lauypen en su libro” Fenomenología existencial”:
El hombre anónimo conoce la muerte como un aviso en la columna de sepelios del periódico. Para el hombre cotidiano, la muerte es un acontecimiento trivial que afecta al hombre desde afuera: “se muere”, por supuesto, pero precisamente ahorra, se salva él mismo. Se muere quiere decir: el muerto no soy yo sino cualquiera, es decir nadie. De este modo siempre es algo que le ocurre a otros, siempre es el otro el que se muere. El “se” marca el modo impersonal de referirse a la muerte y esta actitud le permite al hombre cubrir su temor.
Sin embargo, Heidegger muestra muy bien que ésta es la experiencia de una existencia que no se hace cargo de la muerte como suya, como propia. Haciendo referencia a éste pensador, dice Luypen:
La verdadera respuesta a la conciencia del hombre de su ser como ser-para-la-muerte consiste por lo menos en no escapar de su posibilidad más propia, en no esconderla ni darle un falso significado. La conciencia de la muerte como posibilidad externa siempre presente es la conciencia de ésta como el acontecimiento más personal, que cumple o realiza la vida.
Desde aquí la muerte adquiere un valor formativo porque le urge al hombre significar su vida de modo tal que su existencia no sea en vano, ni anónima. Nos descubre el valor de la vida y la responsabilidad por lo que con ella hacemos. Muchas personas ante un accidente o una enfermedad transforman su vida radicalmente, como si esta experiencia límite ,de cercanía con la muerte les hubiese revelado el valor de su vida y la necesidad de darle un sentido.

   Por último y a modo de conclusión consideramos que, sin lugar a dudas, en el pensamiento de Heiddegger la muerte es entendida como un acontecimiento dramático, pero en ello justamente reside su valor, puesto que rescata al hombre de una existencia superficial y sin compromiso y lo instala de lleno en la dimensión de lo propiamente humano, en la búsqueda de sentidos y ante el desafío de construir  su propia existencia sabiéndose contingente y finito. La idea de fin nos enfrenta con la urgencia de hacer algo que valga la pena mientras esto es posible, ya que nuestro tiempo es limitado. La angustia frente a la muerte entonces, no estaría constituida solo por el temor a la nada,  sino también por el temor a no haber podido ser auténticamente, esto es, a encontrar que se cierran frente a nosotros las posibilidades y tal vez a descubrir que no hemos podido realizarlas plenamente. En la angustia ante la muerte el mundo se revela extraño y hostil. Y esto resulta propicio para preguntarse por el sentido de la vida.  Se cierra así el círculo de implicancias mutuas entre la vida y la muerte.

                Heidegger ,filósofo alemán.

Preguntas para reflexionar:
¿Qué es para nosotros la muerte?
¿Nos inclinamos más a la teoría heideggeriana o a la que plantea Luypen?
¿Cuál es nuestro límite? ¿ Pensamos en el fin?


4 comentarios:

  1. qué interesante entrada!el blog nos ha perrmitido reflexionar sobre vida humana y la libertad como su condición y... ahora desde el existencialismo se nos sugiere que la muerte es una de las posibilidades que la vida incluye. Sin embargo, es la posibilidad que una vez realizada nos impide todas las demás. Entonces? considerar la muerte como experiencia posible nos abre puertas. Valorar la vida porque es finita, porque su fin es una experiencia a transitar que nadie puede hacer por nosotros, parece ser la clave.

    Les dejo dos poesías de Roberto Juarroz que quizás nos ayude a seguir pensando.

    -Poesía vertical 1

    Pienso que en este momento
    tal vez nadie en el universo piensa en mí,
    que solo yo me pienso,
    y si ahora muriese,
    nadie, ni yo, me pensaría.

    Y aquí empieza el abismo,
    como cuando me duermo.
    Soy mi propio sostén y me lo quito.
    Contribuyo a tapizar de ausencia todo.

    Tal vez sea por esto
    que pensar en un hombre
    se parece a salvarlo.



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    -No tenemos un lenguaje para los finales...

    No tenemos un lenguaje para los finales,
    para la caída del amor,
    para los concentrados laberintos de la agonía,
    para el amordazado escándalo
    de los hundimientos irrevocables.
    ¿Cómo decirle a quien nos abandona
    o a quien abandonamos
    que agregar otra ausencia a la ausencia
    es ahogar todos los nombres
    y levantar un muro
    alrededor de cada imagen.
    ¿Cómo hacer señas a quien muere,
    cuando todos los gestos se han secado,
    las distancias se confunden en un caos imprevisto,
    las proximidades se derrumban como pájaros enfermos
    y el tallo del dolor
    se quiebra como lanzadera
    de un telar descompuesto.
    ¿O cómo hablarse cada uno a sí mismo
    cuando nada, cuando nadie ya habla,
    cuando las estrellas y los rostros son secreciones neutras
    de un mundo que ha perdido
    su memoria de un mundo.
    Quizá un lenguaje para los finales
    exija la total abolición de los otros lenguajes,
    la imperturbable síntesis
    de las tierras arrasadas.
    O tal vez crear un habla de intersticios,
    que reúna los mínimos espacios
    entreverados entre el silencio y la palabra
    y las ignotas partículas sin codicia.

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  2. Felicitaciones por esta iniciativa!!

    La filosofía al poder!!!

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  3. Yo rescato esta fragmento de la poesía del comienzo:
    "Pienso que en este momento
    tal vez nadie en el universo piensa en mí,
    que solo yo me pienso,
    y si ahora muriese,
    nadie, ni yo, me pensaría"...
    Porque si no hacemos lo que nosotros pensamos y deseamos, nadie lo hará por nosotros. y tenemos que ser conscientes que la muerte es algo de lo que no nos podemos librar, y que debemos aprobechar el tiempo que tenemos y las oportunidades que la vida nos presenta; ya que, cuando llegue la muerte "nadie, ni nosotros, nos pensaríamos a nosotros mismos".

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  4. Maravillosos poemas de Roberto Juarroz, para reflexionar sobre la finitud. Me permito compartir otro relacionado con el tema:

    ...Y llegué donde tú estabas
    para verte.
    Quise mirar tu rostro
    y me encontre con tu alma
    solitaria
    bajo el cristal
    de todos los silencios.

    - Hanna Barco -

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