Pensar la finitud significa en principio pensar la vida humana desde su límite, pero a la vez, éste se manifiesta como la única posibilidad de ser. La finitud es la condición de posibilidad que define la existencia del ser humano, ya que en el límite busca aquello que lo trasciende. La ciencia, el arte, la religión, la cultura son las formas de respuestas creadoras de un ser que, reconociendo su finitud, la trasciende. Dice Gevaert:
El hombre quiere vivir y por eso se pone a trabajar para retrasar lo inevitable, el tiempo no es sólo amenaza sino también distancia y retraso de la muerte. En contra de la inseguridad fundamental de la existencia, permanentemente expuesta la muerte, el hombre ha creado los elementos y las estructuras de una inmensa civilización.
Sin lugar a dudas, la expresión mas radical de la finitud humana es la muerte, porque nos damos cuenta de que no somos dueños del tiempo y que no todas las posibilidades son realizables. En su obra “Ser y tiempo”, Heidegger afirma que ser hombre es ser un ser-para-la-muerte. Esto quiere decir que desde el comienzo la vida esta signada por la muerte. No es algo que sobreviene de afuera sino que pertenece a la raíz misma de la existencia. La muerte entendida como fin no significa principalmente final, como el término de un camino o el final de algo. Fin , más bien como aquello que realiza y cumple. A tal punto que la vida humana entendida como proyecto no tendría tal sentido sin la muerte. Esto no significa desconocer la angustia ante la muerte ni el dolor por la muerte de quienes amamos, pero sí significa atreverse a pensarla como acontecimiento propio de la existencia humana.
En su vida cotidiana, el hombre no la ignora pero prefiere olvidarla, ocultarla. Dice Lauypen en su libro” Fenomenología existencial”:
El hombre anónimo conoce la muerte como un aviso en la columna de sepelios del periódico. Para el hombre cotidiano, la muerte es un acontecimiento trivial que afecta al hombre desde afuera: “se muere”, por supuesto, pero precisamente ahorra, se salva él mismo. Se muere quiere decir: el muerto no soy yo sino cualquiera, es decir nadie. De este modo siempre es algo que le ocurre a otros, siempre es el otro el que se muere. El “se” marca el modo impersonal de referirse a la muerte y esta actitud le permite al hombre cubrir su temor.
Sin embargo, Heidegger muestra muy bien que ésta es la experiencia de una existencia que no se hace cargo de la muerte como suya, como propia. Haciendo referencia a éste pensador, dice Luypen:
La verdadera respuesta a la conciencia del hombre de su ser como ser-para-la-muerte consiste por lo menos en no escapar de su posibilidad más propia, en no esconderla ni darle un falso significado. La conciencia de la muerte como posibilidad externa siempre presente es la conciencia de ésta como el acontecimiento más personal, que cumple o realiza la vida.
Desde aquí la muerte adquiere un valor formativo porque le urge al hombre significar su vida de modo tal que su existencia no sea en vano, ni anónima. Nos descubre el valor de la vida y la responsabilidad por lo que con ella hacemos. Muchas personas ante un accidente o una enfermedad transforman su vida radicalmente, como si esta experiencia límite ,de cercanía con la muerte les hubiese revelado el valor de su vida y la necesidad de darle un sentido.
Por último y a modo de conclusión consideramos que, sin lugar a dudas, en el pensamiento de Heiddegger la muerte es entendida como un acontecimiento dramático, pero en ello justamente reside su valor, puesto que rescata al hombre de una existencia superficial y sin compromiso y lo instala de lleno en la dimensión de lo propiamente humano, en la búsqueda de sentidos y ante el desafío de construir su propia existencia sabiéndose contingente y finito. La idea de fin nos enfrenta con la urgencia de hacer algo que valga la pena mientras esto es posible, ya que nuestro tiempo es limitado. La angustia frente a la muerte entonces, no estaría constituida solo por el temor a la nada, sino también por el temor a no haber podido ser auténticamente, esto es, a encontrar que se cierran frente a nosotros las posibilidades y tal vez a descubrir que no hemos podido realizarlas plenamente. En la angustia ante la muerte el mundo se revela extraño y hostil. Y esto resulta propicio para preguntarse por el sentido de la vida. Se cierra así el círculo de implicancias mutuas entre la vida y la muerte.
Heidegger ,filósofo alemán.
Preguntas para reflexionar:
¿Qué es para nosotros la muerte?
¿Nos inclinamos más a la teoría heideggeriana o a la que plantea Luypen?
¿Cuál es nuestro límite? ¿ Pensamos en el fin?